Julio Cortázar

 ¿Quiénes son las gotas que se suicidan?

    Cortázar es de esos escritores que me inquieta el alma, pues sus palabras se alojan en lo más profundo de mi ser, me interpela e incomoda hasta el punto en que no me deja otra excusa que buscarle una explicación a tanto quebranto. 

    Sus letras siempre me intimidan y fue así desde cuando lo conocí por primera vez a través de esta obra. No lograba entender el porqué algunas se suicidaban enseguida, cómo puedían ser tan monótonas e interesantes esas gotas de lluvia del marco de una ventana. Era tanta mi desesperación que no podía dejar de leerlas y tratar de entenderlas. ¡Pobres gotas!

    Me parecían tan humanas esas gotas, se sentían tan tristes y miserables en cada renglón que leía sobre ellas. No cabía en mí la idea de que no encontraran esperanza, me apenaba la superficialidad de la "...gotaza mejestuosa..." Hasta que de pronto el escritor me decía que ella no era nada... Nada... Yo no era nada...  ¡No puede ser! 

    Por un momento me sentí terriblemente infeliz, podía sentirme identificada con cada gota aplastada, es el mundo sin un fin, es la miseria y la angustia de una vida sin sentido, sin consuelo, sin destino, sin esperanza... Sin fe...

    Cortázar pudo revelarme que yo necesitaba de la fe, quizá él ni siquiera tuvo esa intención, pero pude verme reflejada entre esas gotas desesperanzadas y superficiales. Todo eso desde la descripción de este majestuoso escritor sobre un tedioso día lluvioso... 

                                             ¡No te entregues ni te rindas enseguida, pequeña gotita!